Las ostras han sido leyenda de la gastronomía a lo largo de la historia. Muchas son las culturas a lo largo de todo el planeta que han adorado y adoran este singular molusco solo apto para los paladares más exigentes. Casi siempre presentadas en crudo, el objetivo es no distorsionar su sabor a mar ni su textura con otras preparaciones. Vamos a conocer la historia de la ostra
En nuestra tienda online puedes encontrar este sabroso fruto del mar en dos presentaciones: Jurásica y Napoleón.
Un lugar excelente para vivir, las Rías Gallegas
La ostra (Ostrea edulis) vive en aguas del Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo. Donde disfruta de excelentes condiciones climáticas y de nutrientes. Se alimenta de los microorganismos presentes en estas aguas.
El valor nutricional de la ostra está basado en su aporte en proteínas. Aporta vitaminas (B3 y B5) y minerales (calcio, potasio, sodio, zinc y yodo).
Las ostras gallegas destacan en el mercado por su gran calidad y sabor. Las rías gallegas son excelentes para su crianza en bateas y playas. Tanto la ostra Napoleón como la ostra Jurásica destacan por su fantástico sabor y tamaño.

Una rival muy fuerte
En el mercado hay muchas variedades importadas. Las ostras gallegas tienen un tamaño que varía entre los 5/6 cm y los 13/15cm. Y un peso en torno a 10gr. Además, son planas. Frente a la ostra del Pacífico, que cría Francia en granjas de ostras. Que son mucho más rugosas por fuera y tienen profundidad por dentro.
El país vecino ha perfeccionado su cultivo controlando las condiciones ambientales para sacarle el máximo partido. Así, saca adelante una gran variedad de ostras para poner en el mercado. Sin embargo, suelen ser de una calidad inferior a la gallega, claramente en sabor.
Los franceses escogieron criar la ostra del Pacífico por motivos empresariales, ya que es mucho más resistente. La tecnología francesa y el marketing han ayudado a que sea muy vendida. Pero las ostras de las rías gallegas nada tienen que envidiarle siendo un producto de excelente calidad y muy buen precio.
¡Y parecía una piedra! historia de la ostra
Las ostras son conocidas por su extraordinaria delicadeza y su inconfundible sabor que recoge todos los matices del mar. Sin embargo, tan frágil animal no podría vivir si las valvas gruesas y duras que lo custodian. Cerradas, presentan un aspecto muy similar a una roca.
Este molusco bivalvo tiene forma redonda. Su concha es articulada. En la parte cóncava se apoya la Ostra. La otra, que ejerce de tapa, es plana. Como curiosidad, la rudeza de su exterior rugoso y con ondas contrasta con el interior blanco nacarado, de aspecto delicado.
Los romanos ya disfrutaban de las ostras
De todos los moluscos, de todos los bivalvos… La Ostra plana (Ostrea edulis), es la única que sabemos que ha sido valorada a lo largo de la historia. Hay constancia de su uso en la gastronomía hasta los romanos. Aunque los científicos no descartan que fuera anterior.
Siempre en peligro por sobreexplotación
Se trata de una especie tan apreciada a nivel comercial que su extracción ha sido intensiva desde que comienza a utilizarse como alimento. Hay evidencias de que desde antiguo se ha intentado preservar su existencia a través de planes y métodos de todo tipo, entre los que destaca el cultivo. Sin embargo, el arte de la ostricultura ha costado mucho desarrollarlo.
¿Dónde está mi perla? historia de la ostra
Aunque tradicionalmente la historia de la ostra va unida a la historia de las perlas, lo cierto es que la mayoría de ellas son cultivadas para la industria joyera. Es muy difícil encontrar una de forma natural. Fue el japonés Mikimoto Kōkichi la persona a la que se atribuye encontrar un sistema viable para cultivar las perlas en 1893.
Fue tal su éxito que su patente se incluyó como una de las mejores de Japón en 1985. Lo que le valió ser incluido en la Cámara de los Lores a la japonesa, una distinción reservada solo a las más valiosas personalidades y que sitúa a una persona al nivel de la aristocracia.

Abrirlas es un arte reservado a estrategas y pacientes
Es necesario ayudarse de utensilios específicos debido a la fortaleza de la concha. Una vez abierta es muy sensible por lo que debes observar su aspecto. Tienen que estar brillantes y su carne estar apetecible. Deben oler a mar.